Poesía



PRÓLOGO

A
QUÍ LATE LA vida, la vida enigmática y a la vez hechizante. Aquí habita ella, quieta y resplandeciente; pura, transparente y redonda. Camina en estos versos, segura de sí misma, dueña de sí misma. Yo la oigo respirar, cantar, reír y hasta llorar. Yo la modelé con mis manos, y ella misteriosamente, poco a poco fue cobrando vida. Creció hasta convertirse en una de las criaturas más adorables de toda la historia, cuya fuerza y belleza particular e inquietante, alejada de cualquier descripción y entendimiento humano, está destinada a marcar el destino de los hombres. Yo la bauticé con el nombre de todas, yo la puse una parte de todas. Y, como su creador, yo la purifiqué, la mimé, la amé… ¿Es ella acaso la mujer inventada, la mujer que amé incluso antes de conocerla, porque ya la conocía, porque ya la había amado?

Sus vastas regiones poseen las tierras más fértiles y codiciadas. Ellas atraen y atrapan a todo ser viviente. Los fenómenos atmosféricos también se gobiernan aquí. La mágica primavera se posó sobre ella y la colmó de frutos dorados y sabrosos. Su riqueza es universal. En la espesura de sus montañas se oye el rugir de las fieras, el canto de las aves exóticas, las oigo revolotear, cantar... A todo ser ella atrae, a todo ser ella conmueve. Con su mirada impone, domina y rinde a todo hombre. A ella vendrán por generaciones a beber de sus manantiales, a nutrirse de sus frutos, a contagiarse de su fuerza y belleza; y a regocijarse de todo cuanto ella les ofrezca. Existirán también muchos de los que, al verse descubiertos, huirán aterrados lanzando todo tipo de improperios contra ella, porque sus desnudeces les delatarán, porque no soportarán jamás sus propias desnudeces... Porque ella, además de ser dulce, denuncia, censura y dignifica.

Ella estará aquí, allá abajo, arriba, en cualquier lugar, en todas las cosas, en todo ser vivo, en el aire que respiraremos, en la sangre que recorrerá por nuestras venas…

Entonces ustedes, ya conscientes de la naturaleza de la criatura que les entrego, no necesitaran más que brindarle amor, bastante amor; porque para eso ella nació, porque para eso ella fue creada: «para amar y ser amada».


CHRISSTH ÁNGEL
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A Enereida, la musa que ocupa y ocupará un lugar preponderante en mi corazón y en mi existencia; para quien, desde siempre, lo tuve y lo tengo ya reservado.




LA MUJER

La mujer… ¿Qué es la mujer?
Me he devanado incluso los sesos, y aún no consigo 
develar tan portentoso misterio.

¿Pueden ustedes acaso ayudarme a descifrarlo?


MARIPOSA DE ENSUEÑO

Bañada en el recuerdo llegas, mariposa blanca.
Y al posarte en mí, tu fragancia plena 
esparces, entre un recodo y otro de mi alma.

El sol baña de oro tu piel fina y delicada, 
la luna de plata. Las estrellas juguetonas, 
bulliciosas silenciosas otras veces
recorren pacientes los senderos de tu pecho.
Ellas anidan en ti. Ellas cantan en ti.

Y así, toda tú, envuelta en un halo de misterio, 
donde caprichosas bailan y caprichosas juegan, 
la luz en tus ojos, y en tus ojos las estrellas; 
ahora ya callada y festiva, duermes, aferrándote 
a mi pecho pura, transparente y redonda, así.
Y yo, pleno de ti, 
ajeno de mí mismo. Todo. Todo te pertenezco: 
mis sueños, mi alma,... y hasta mi cuerpo.

Mariposa blanca, conmigo vives, siempre.
Siempre callada,… siempre sonriente! ¡Así!
Dueña, dueña mujer mía,... siempre mía!



BUSQUÉ, BUSCO
(Poema para una extraña, de un desconocido)

Busco tus ojos profundos, perdidos, 
entre la multitud aquella.
En aquellas 
    incontables sonrisas, tu sonrisa abierta busco.
Busco tus pasos de paloma, y tus pasos 
de paloma huyen, siempre están huyendo.
En aquella voz, 
      tu voz ya ansioso y desesperado busco.
Busco tu aliento en el viento.
«¡Aquella plenitud 
particular e inquietante de tu ser busco!»

(Y estás tan lejos, distante de todo.
Lejana a todo.)

Mas, de repente de algún recodo
surges toda entera.
Y entonces 
me quedo quieto, feliz, contemplando 
la danza de las estrellas.

Allá, más allá de todo: 
desde aquel vergel azul, dos alondras cantan, 
esparciendo sobre la aldea, 
su dulce y eterna melodía.



***


CUANDO TODO PARECÍA QUE… Y YO…
DE REPENTE

Cuando todo parecía que… Y yo… De repente: 
pasos. Cimbreante nívea, dieciocho 
(noventa, sesenta y noventa).
¡Muack! ¡Si no lo quieres, 
                                                     devuélvemelo!
Allende, aquende Anorack.

¡¿Rey o acápite?!

Flechazo, saeta hiriente, lenin...
Acechanza, ¡acechanza! Tiempo, 
¡oh tiempo!

MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO


Míreme a los ojos y 

dígame que no siente, como yo con gran intensidad, 

«mariposas en el estómago»

cada vez que usted y yo nos miramos.


EL SILENCIO HABLÓ Y DIJO…

Mientras yo la abrazaba, 
ante su mirada entre asombrada incrédula 
de sus grandes ojos verdes, pensé
«esto va a terminar en lo peor».
Sin embargo, sus manos suaves, 
como dos arañas, 
                                    recorrieron mi pecho 
y pronto alcanzaron a rodear mi cuello.

Y entonces, allí, 
impacientes, 
como cuando las campanas doblan ya 
su último canto melancólico y la eternidad muere
buscándonos entre la espera y el desasosiego 
de mi ser y no ser, «el silencio habló, 
dijo que nos besáramos».

Al instante, 
ambos, desesperados, nos sorprendimos in fraganti
amándonos libres, 
como dos aves, en medio de la inmensidad de todo, 
en medio de la inmensidad de la nada.
Y el mundo 
y la brisa del mar, 
todo en torno, giraba 
acariciándonos hasta el alma.

Y era lunes y era jueves…
Día, noche… Eternidad…
                                                ¡...Silencio!


SIENTO QUE TE AMO

«Mientras más amamos, más insuficiente nos resulta el modo y manera en que amamos. Y entonces buscamos e inventamos nuevas formas de amarnos: nos amamos en las aguas, bajo la lluvia, en el fondo de los océanos, en el viento, en el canto de las aves, en el silencio... y hasta en la misma tristeza.»

Siento que te amo y no te amo, amándote.
Y me desespero terriblemente por tenerte 
y no tenerte, teniéndote entre mis brazos, así, 
y de esta manera: 
amándote, 
                  extrañándote, 
por siempre y para siempre 
(hasta que la luna, aquella sagrada flor de la eternidad, 
ya no sea).

Siento que te amo y no te amo, 
puesto que 
esta manera diferente de amarte como ahora te estoy 
amando, me resulta cada vez más insuficiente.

Por lo que, sin otra alternativa 
aparente, busco e invento nuevas formas de amarte: 
amarte, amándote y no amándote, amándote.

A LA MUJER MUERTA

Vente en el humo, humeante, fulgurante, 
y pídeme perdón a ras de tierra, 
con los ojos oblicuos, en hilo.
Pero ven, no tardes, que la tristeza 
es traicionera y se venga 
cuando el hombre menos lo espera.

No tardes. Y que nadie se entere 
de tu partida y de tu retorno, jamás; 
ni el cuerno del alma 
ni el tiempo de su incontenible distancia.

Oh, vente en el seso y quédate 
en la perenne algarabía absoluta.

Y que todo este entramado acabe hoy 
con tu resurrección y mi muerte, ¡todo!

NÍVEA

¡Con qué anhelo te soñaba, 
conque fueras mía!
Y con qué persistencia corrí para alcanzarte 
y ceñirte a mi vía.

Mas, como el sol de setiembre 
era como el sol del mes de mayo
nunca imaginé que demasiado amor 
pudiera causarte daño.
(¡Tú eras nieve y yo…
yo era fuego!)

Al abrazarte, amor, toqué tu cintura.
Y en tus ojos que ya eran dos luceros fugaces, 
comprendí que el amor nunca acaba, 
que el amor se consolida, 
que parte de unos brazos, sí, 
pero que en otros brazos anida.
(Y caíste temblando en son y dulzura: 
«todo acaba, todo termina».)

Fui como un vaso vacío entonces, 
en el que la noche llena de estupor caía.
Fuiste nieve y fuiste mía, 
que el viento furioso arrancó y arrastró desde otra vía; 
y que, asimismo como fuego y como nieve
tierra, fuego, mar y aire, 
...te arrancaron de mi vida.

BORRASCA

Llueve. Llueve y la tarde es gris.
Y aún más gris, sin tu presencia, vida.

La tarde es una señora en traje 
de invierno, amamantando en su regazo 
una criatura en pañales 
con biberón de frío… Y llueve.

Y llueve. Y todo es soledad y todo es frío.
El sol, de seguro, tuvo algún percance por fin de año, 
que aun no ha vuelto todavía.

El gato, 
el gato es un tipo que cruza la avenida 
en puntillas, entre botas y un paraguas, 
con sombrero alón y corbata de caídas largas.
Protegiéndose, huyendo, perseguido 
por la tristeza y la melancolía 
(con el rostro ya desencajado, ya triste, ya sombrío).

Y yo, 
yo tirito, perdido, en algún país lejano, 
¡esperando mi rescate, Rousth mía!


CONFESIÓN LUNAR

Confieso, Luna, que tú, francamente, 
me has marcado la vida. Y que, 
para mortificarme como si supieras que tu belleza 
me atormenta y me causa demasiado daño
te has reencarnado en la fuerza y en la belleza del mar, 
en la profundidad de los abismos, 
en la esencia sutil que emana el Exposition 
Park Rose Garden, con el que suelo embriagarme, 
y en otros cuerpos y en otros labios.

Tu nombre, Luna, tu imagen, 
tu recuerdo me persiguen, y no puedo evitarlo.
Todo me recuerda a ti, y no consigo olvidarte.
(Indudablemente, 
todo aquello que te propusiste, de manera infalible 
y de múltiples formas, lo estás logrando.)

¿Tengo acaso, y de este modo tan perturbador, 
que expiar mi culpa por no haberte amado…?

QUIZÁ NO SEA YO…
(Una pregunta y una posible respuesta)

Quizá no sea yo 
a quien, desde ayer, entregada 
a tu amor buscas.
Pero a lo mejor soy yo.

Pero a lo mejor soy yo, a quien 
inconsciente y sin buscarme esperas.
A quien, desde hace siglos y siglos, 
intensa e incesante amas y 
con quien, incluso sin conocerme, desde ya sueñas.
Pero a lo mejor soy yo.

¿Pero a lo mejor seré yo, 
¡oh sacrosanta poesía, que para incluirme 
en tu bienaventurado reino buscas!?

INSTANTE

Abro los ojos. Me juzgo incrédulo. No consigo 
asimilar semejante grandeza del instante 
que se dibuja ante mis ojos: 
la luna colándose por la ventana, 
un gran lecho dorado junto a la pared de mármol rojo, 
sábanas en desorden, 
apenas cubriendo un cuerpo desnudo de mujer 
que se agita junto al mío, 
la fragancia particular de las rosas esparciéndose 
e inundando nuestra habitación y la habitación contigua 
que da a la calle Montparnasse.

Amanece. Me esfuerzo en vano.
Pretendo y protesto en vano creer que es solo un sueño, 
que lo real no es real: ¡incertidumbre!

El sol omnipotente penetra por la ventana, nos golpea 
la cara, nos entra por los ojos, 
recorre todo nuestro ser, nos inunda.
La incertidumbre se disipa. Ahora todo es real.
¡El universo conspira a nuestro favor!

LA TRISTEZA

La tristeza, 
ese «monstruo de múltiples cabezas»
tan temido por todos; 
ese monstruo malvado y perverso, 
¡huye, 
               con la cola entre las piernas, 
cuando tú llegas!


LABERINTO


Amor mío, si tú, alguna vez… Si algún día…

–Cómo te explico, amor.

Si por alguna razón o motivo 

tuvieras que elegir, necesaria e inevitablemente, 

«entre ir o quedarte».

¡Oh, no! ¿Cómo pensar en esto sin que la tristeza feroz, 

solo de imaginarlo, me desgarre el alma…?


Si te vas, amor, estaré triste.

Y mi tristeza te alcanzará 

y serás, donde estés, infeliz dos veces.


Mas si, en cambio, decides quedarte: 

mi compañía, mi manera diferente de ver las cosas, 

mi carácter muchas veces incomprendido por el hombre, 

y la misma rutina; tarde o temprano, como 

suele suceder, te pondría en serios apuros.

Y, en realidad, a pesar de todo 

el amor, y todo cuanto yo te ofrezca, 

para corresponder semejante esfuerzo y sacrificio por mí; 

y sobre todo, para lograr 

que Su Merced sea plenamente feliz y dichosa conmigo, 

como se merece, jamás podría conseguirlo.


Por tanto, ya consciente de esto, 

de aquello y de lo otro y de todo y por todo lo demás, 

que tendrías que enfrentar al quedarte 

o alejarte de mí; 

qué podría decirte, qué podría pedirte, amor mío: 

«No te vayas ni te quedes», que será mejor así.


DISCUSIÓN EN EL LECHO

Amada: «Ahora tu vida se extingue, inexorable, 

mientras cuentas las estrellas…».

Quienquiera 

que te viere y te oyere, lo dudaría dos veces.


(Yo te he visto agonizar 

una y varias veces; y asimismo, volver a la vida 

con voracidad suprema, 

otras mil) ¿Ahora comprendes…?


¿Comprendes ahora por qué 

la luna en su orgullo, esa reina de nácar, 

hembra altiva y seductora, 

recorre maquiavélica por el universo, huyendo, 

perseguida por el sol que sueña con poseerla?


Te mueres, sí, lo reconozco; 

mas la naturaleza de tu muerte es como 

la naturaleza de la luz intermitente: 

¡Te mueres de amor!


Con esto, identificada ya la causa del problema 

(uno de los tantos otros, hasta ahora poco claros, es cierto), 

vamos resolviendo, concluyentemente, 

nuestras más despiadadas indiferencias.

No pretendamos, entonces, en vano, 

desviarnos caprichosamente de nuestro sagrado propósito.


CUANDO NOS AMAMOS, AMOR

Cuando nos amamos, amor, se detiene el tiempo, 
se detiene el tiempo y todo se lo ignora. Todo.

Tu cabellera de oro se desenreda y agita 
majestuosa con el viento. Y con él, cómplices sempiternos, 
se echan a jugar, jugar y jugar…
hilvanando derrochando consigo 
un suave y perenne perfume de inocencia.

Cuando nos amamos, amor, la noche se hace corta.
Entonces, sí, solo entonces, ya nada, nada nos importa.

Y cae la noche. Y las espinas tórnanse en rosas.
Una mirada, un suspiro y una sonrisa bastan.

Cuando nos amamos, amor, sí, cuando nos amamos: 
en tus ojos, que son dos faros, el amor se irradia, 
la felicidad se irradia… y el mañana.
Y entonces, todo lo que existe en el mundo, todo; 
todo hasta el infinito, todo nos pertenece.

Un abrazo, un beso y una caricia bastan. Y entonces, 
sí, solo entonces, ¡ya no hacen falta las palabras!

PROMESA

Te prometo, amor mío, no tener ojos 
más que para ti... ¡y amarte!
Amarte sobre todo 
y sobre todas las formas 
del querer y el deseo.

Porque eres pura, 
porque eres redonda; 
porque eres pura, transparente y redonda.
Porque te quiero.

Porque te quiero, te prometo 
no volver al pasado, 
ni siquiera desearlo.

Porque me inspiras más que amor...
Porque en ti el amor fluye como de una fuente 
de aguas diáfanas, 
que corren y corren y nunca paran, sin antes 
haber saciado mi sed de amor...

Porque eres fuente de luz; 
y porque además de ser fuente de luz 
claridad objetiva
porque eres también fuente de vida.

En fin, te prometo, amor mío, si es necesario, 
encerrarme en una cáscara de nuez, 
y no salir de allí 
y quedarme allí.
Y no ponerte jamás 
en el rincón de este mi pequeño pero 
gigantesco corazón, 
ni siquiera en el más mínimo peligro.

Porque tu amor y el mío provienen de arriba.
Porque lo nuestro, más que terrenal, es divino.

Porque te amo intensamente, 
porque te amo irrevocablemente; 
porque además de amarte intensa, incomparable 
e irrevocablemente, porque te quiero.
¡Porque 
te quiero!

 

QUIÉN LO DIRÍA


Yo viví creyendo que ella no me iba a amar, 

y ella vivió aparentando 

                            que yo jamás le importaba.

 

Ambos nos equivocamos.


LOS AMANTES Y EL MAR

Entrelazados, caen rodando, exhaustos, en el lecho 
de la playa. Las olas, con sus tiernas manos, acarician 
lenta, suave y delicadamente sus cuerpos desnudos…
El tiempo se detiene. El tiempo se ha detenido 
en una contemplación de mundos, de horizontes y 
de fuegos. Los amantes desean jamás despertar.

De pronto, 
                   la furia salvaje del mar voluble se desata.
Las olas gigantescas les envuelven, 
                                                       les arrastran (¡ay de ellos!) 
…y les sumerge en el fondo del mar.
Los amantes luchan contra aquel monstruo… Saben 
que el amor se sobrepondrá, que de aquella dictadura 
pronto los hará libres…
Que su amor y el amor del mundo 
será su patria. Están flotando.
Pero otra vez, otras olas gigantescas y temibles les envuelven, 
les arrastran 
                      …y de nuevo les privan de toda libertad.
Los amantes (claro está) 
ahora no esperan más que morir.

El mar. El mar es un gigante egoísta.
Los amantes que intentan escapar de él no lo consiguen.
Pero de pronto, ante el clamor y las súplicas 
de los amantes, súplicas intensas, súplicas profundas; 
su cólera cesa, su ira cesa, su corazón sede.
Entonces, el mar vomita sus cuerpos desnudos.
Y les entrega, de nuevo, otra vez a la vida.


TU AUSENCIA

A esta hora te pienso, amor, 
grandemente y con el mundo.
¿Dónde estás, amor, que te llamo 
y no respondes?

Las aves, el ciruelo con sus flores 
y las mariposas no despertaron hoy.
Y el sol tampoco acudió a mi auxilio.

¿Te has dormido y contigo, 
acaso, la vida plena se ha dormido?

Hoy te pienso, amor; 
y toda la tristeza del mundo, 
es la tristeza de mi pecho.


P   O   E   M   A      A   D   J   U   N   T   O

PROFECÍA DEL AMOR MELANCÓLICO


Irás muy feliz 

               del brazo de otro hombre, como ayer, 

del brazo mío…

Y, de repente, cuando ya creas haberme olvidado: 

al doblar una esquina, al cruzar una calle, algún lugar 

discreto, una canción, un amigo, la lluvia, 

o la inesperada y dulce fragancia de las rosas 

de algún jardín cercano, te traerán mi recuerdo 

(aquellas nuestras promesas y aquellos nuestros sueños).


Una lágrima negra rodará por tu mejilla.

Seremos, ya para entonces, 

dos extraños que alguna vez y contra todo pronóstico, 

transitamos juntos, ajenos a todo, 

donde la vida, en su plenitud, florecía.


Otro estrechará tu cintura y besará tus labios.

Yo, asimismo, abrazaré a otra y besaré 

otros labios.

Pero, aun así, siendo dos extraños, 

por el amor que nunca muere y que solo se muda 

a otros cuerpos y a otros labios, 

buscaremos en ellos, 

como a propósito, un amor de antaño.

 

Serás de otro. De quien regales una sonrisa, un beso, 

tu amor… y hasta tu misma alma. Serás de otro.

Serás de otro. De quien, cada mañana, al despertar, 

despiertes inevitablemente llamando por mi nombre…

Y serás de otro. Y serás de otro, porque caprichosamente 

nuestros caminos fueron distintos; 

y porque además nuestras almas, en aquel trayecto 

inesperado de la existencia, tan solo se encontraron.






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